Decálogo de reflexiones sobre agroecología y coronavirus
¿Por qué reflexionar sobre agroecología y coronavirus? ¿Qué relación tienen ambos conceptos? Como cooperativa dedicada al fomento de la agroecología, hemos estado especialmente atentas las medidas que se han tomado desde la administración pública y que han afectado de uno u otro modo al sistema agroalimentario, en especial, a los proyectos productivos e iniciativas agroecológicas o zonas rurales/periurbanas. Ahora, con un poco más de perspectiva, os compartimos este decálogo de reflexiones.
1. El Ecofeminismo nos ha enseñado que somos radicalmente ecodependientes
Pero no es sólo porque vivimos en un planeta de recursos limitados que no se pueden sobreexplotar para beneficio del sistema capitalista, sino porque el cuidado del planeta es completamente necesario para el cuidado de todas las personas que habitamos en él
2. La inseguridad del sistema agroalimentario
El concepto seguridad alimentaria tiene dos acepciones: una referida a la inocuidad de los alimentos – salubridad – y otra con la accesibilidad a alimentos sanos, suficientes y adecuados -vinculada con el derecho a la alimentación-. En el norte global, cuando hablamos de seguridad alimentaria, normalmente nos referimos al primero de sus significados, vinculado con la gestión del riesgo alimentario… hasta que llegó el Covid: una de las primeras imágenes que fácilmente recordamos son los estantes vacíos de los supermercados debido, más que a una reducción de la distribución, a un aumento del consumo en una lógica individualista del “sálvese quien pueda”. La respuesta del gobierno, tras la declaración del estado de alarma y sus prórrogas, ha sido repetir que el suministro de alimentos va a estar garantizado. Sin embargo, ¿quién y cómo se garantiza el abastecimiento de alimentos cuando la distancia media que recorren son 3.000 km y gran parte de las personas que trabajan los campos de nuestro territorio son extranjeras?
3. Pequeñas producciones: las más seguras y las más perjudicadas
La declaración del estado de alarma ha conllevado el cierre de gran parte de los canales de comercialización de las producciones pequeñas y agroecológicas, como son los mercados no sedentarios, la hostelería y los comedores escolares. En el caso de los canales alternativos, como son los grupos de consumo -el principal canal de comercialización del sector agroecológico en la Comunidad de Madrid-, la distribución y venta de productos se ha hecho más complicada, reduciéndose el consumo tanto por las dificultades que supone para la producción como para los consumidores y consumidoras ir a recoger su pedido.
4. Apoyar la venta de proximidad y productos locales
Ahora más que nunca, debería ser prioridad apoyar los proyectos productivos locales, así como los comercios de proximidad. En este sentido, las medidas actuales favorecen en primera instancia a las grandes superficies y distribuidoras, dentro del actual modelo agroindustrial, al limitar entre otras cosas los mercados campesinos y la venta directa. Las consecuencias, entre otras, de este modelo son las largas colas en los supermercados (y esa sensación de desabastecimiento), proyectos productivos en peligro de poder continuar, grupos de consumo en la clandestinidad…
5. El pecado del urbanocentrismo y el cortoplacismo
A quienes trabajamos en el sector de la agroecología, nos ha llamado la atención que las medidas no incluyeran desde un primer momento el sector agrícola/ganadero/pesquero, más aún en el momento en que esta crisis ha comenzado: los meses de marzo y abril son momentos de pleno trabajo en cultivos o parideras
6. La paralización de huertos urbanos comunitarios y escolares
En un principio, y al no saber cuánto duraría esta situación, los huertos urbanos comunitarios de Madrid y los huertos escolares, acataron la paralización total de sus actividades (quizá teniendo esperanza de que fuera poco tiempo). Sin embargo, y ahora que ya se ha reestablecido el derecho a volver a las huertas de autoconsumo, gracias a las reivindicaciones del sector, consideramos que se han desaprovechado grandes oportunidades, como abastecer a familias vulnerables con la recolección de los huertos, como se ha hecho en otros lugares del Estado. Muchas huertas urbanas, aún hoy, parecen selvas. No obstante, estas circunstancias se han sorteado y, por ejemplo en Madrid, la autoorganización de vecinos/as ha hecho posible que más de 20 huertos comunitarios donasen sus cosechas a bancos de alimentos a través de las juntas de distritos. Esto, constituye una gran lección para el futuro: el importante papel de la agricultura urbana para el abastecimiento de las ciudades y personas vulnerables. Sin embargo, aún hoy no se permite el cuidado de huertos escolares en muchas ciudades, y la cosecha y el papel comunitario de los mismos va a sufrir gran retroceso,
7. El estrabismo urbanocéntrico
Las medidas adoptadas, que hasta la fecha difícilmente contemplan otro sistema agroalimentario que el globalizado-industrial, tampoco han sido capaces de entender que aquello que sirve en las ciudades puede no tener sentido en el medio rural, dejando en el limbo muchas actividades de subsistencia -o mantenimiento- que se realizan en el campo: se ha limitado el acceso a recursos básicos como son sus huertos de autoconsumo o espacios donde conseguir agua y leña esgrimiendo que pueden a los supermercados.
8. Sistemas alimentarios territorializados
El aumento de la vulnerabilidad que esta crisis sanitaria genera hace que asegurar el acceso a una alimentación suficiente y saludable para toda la población sea, aún más, una cuestión de ética y de justicia social y que además pueda servir para apoyar a quienes lo hacen de manera más sostenible: las producciones pequeñas y locales y el comercio de proximidad, o dicho de otra manera, los sistemas alimentarios territorializados, aquellos que relocalizan la economía y el consumo.
9. Justicia laboral a quien trabaja la tierra
Las soluciones que precisamos no pueden seguir reforzando las opresiones que sufren las personas que trabajan la tierra. Nos referimos al decreto que, frente a la previsión de falta de mano de obra en las explotaciones agrícolas a causa de las restricciones de movimiento, como se ha visto con el cierre de fronteras de Marruecos que ha impedido la llegada de más de 15.000 temporeras marroquíes de las que depende la recogida de la campaña de frutos rojos de Huelva, flexibiliza la contratación de temporeros para evitar el desabastecimiento. Esta medida, que apuntala el racismo institucional, ha sido denunciada por colectivos antirracistas y migrantes.
10. No queremos volver a la normalidad porque la normalidad era el problema
Aunque una situación de emergencia sanitaria como la que estamos viviendo requiere tomar muchas decisiones teniendo en cuenta multitud de factores, éstas no pueden apuntalar la normalidad previa al coronavirus, tal y como señala Naomi Klein, porque la normalidad era el problema, que nos recuerda que lo que tiene que cambiar es el sistema y no el clima, son las estructuras.