La gran oportunidad de la agroecología en la educación

El primer paso para el desarrollo de la agroecología es su conocimiento y aterrizaje “a tierra”. Como en la mayoría de las disciplinas y saberes, la educación es la base para que esto ocurra. En este sentido, en el momento en el que nos encontramos, con una crisis económica derivada de la pandemia de la COVID-19 y una crisis ecosocial ya avanzada, existe una gran oportunidad para impulsar la agroecología en el ámbito educativo.

No podemos perder la oportunidad de incluir los principios de la agorecología y su potencial desarrollo en el Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad (PAEAS), que está llevando a cabo el Gobierno junto a diferentes actores de todo el Estado, tras 20 años de la publicación del Libro Blanco de la Educación Ambiental en España.

Desde nuestro punto de vista, una de las limitaciones de la agroecología es que está en cierto sentido disociada de la educación, reduciéndose en gran parte a la sensibilización ciudadana, pero no a su implicación directa en la reflexión y experimentación de sus principios. Puede que uno de los motivos sea porque el concepto queda, normalmente, “reducido“ al ámbito rural o colectivos rurales, como el campesinado o la población “neo-rural“.

Por ello, se hace necesario cambiar las lógicas y poner de manifiesto la necesaria “re-conexión” entre campo y ciudad, fomentando la agroecología también en los centros educativos, ampliando el potencial de otras acciones como los grupos de consumo, los mercados agroecológicos y fortaleciendo el debate en torno a la implementación de determinadas políticas públicas. 

Desde Germinando, os dejamos este decálogo resumen de retos, oportunidades y ventajas de la agroecología en el ámbito educativo, que encuentra su principal expresión en el marco de los huertos educativos y escolares. 

Decálogo de retos y oportunidades de la agroecología en la educación

1. La necesidad introducir la Agroecología Escolar: Para aprovechar esta oportunidad, es necesario introducir el concepto de Agroecología Escolar que, de acuerdo con Llerena y Espinet (2015), se trata de una adaptación del concepto de agroecología, enfocado a la educación de ciudadanos y ciudadanas críticas con el sistema agroalimentario global, ya que la soberanía alimentaria también se define, se decide y se construye en las ciudades/municipios. El huerto, el comedor escolar, el aula y la comunidad educativa como ejes sobre los que desarrollar la agroecología y la soberanía alimentaria. Y es que los huertos escolares visibilizan la necesaria “re-conexión” entre campo y ciudad

2. La agroecología se nombra en plural. Es posible que se pierda de vista uno de los principios de la Agroecología a la hora de hacer estudios sobre su desarrollo y extensión: la Agroecologia debe desenvolverse en contextos locales, y por tanto, acaba derivando en la existencia de diferentes agroecologías. Porque la agroecología que practican las agricultoras/os y ganaderas/os no es la misma que la que se practica en un huerto escolar, o la que llevan a cabo movimientos ciudadanos o incluso científicas/os.

3. Mayor atención a los huertos escolares. La agroecología, como nuevo paradigma presente ya en muchos ámbitos académicos, debe prestar mayor atención a la función de los huertos escolares para el desarrollo y puesta en práctica de los principios agroecológicos.Aumento de la biodiversidad urbana, recuperación de saberes y variedades tradicionales, toma de decisiones y participación comunitaria

4. Reconocimiento de la labor de la figura del educador/a «agroambiental» en los centros educativos. Figura de apoyo y coordinación en los equipos docentes para que los proyectos de huerto escolar alcancen su potencial sin sobrecargar a los docentes. 

5. Difusión y puesta en práctica de la teoría e ideología agroecológica. Los huertos escolares en entornos urbanos, y los procesos comunitarios que en ellos se generan y desarrollan, son una forma de “bajar a tierra” teorías y preceptos elaborados en el mundo académico. Permiten poner a prueba los modelos y desarrollar otras formas de hacer agroecología.

6. Exploración e innovación pedagógica: Los huertos escolares son un recurso educativo cada vez más utilizado y valorado, que cumple una profunda labor pedagógica. Abren la posibilidad de desarrollar una práctica pedagógica transformadora, pues suponen un replanteamiento de los modos tradicionales de la práctica educativa formal, aumentando y/o mejorando sus posibilidades. La premisa es que un huerto escolar es un aula expandida y, al revés, el aula puede re-naturalizarse.

7. Intervención socio-comunitaria. En el huerto escolar no sólo interviene el alumnado o el equipo docente. El huerto escolar puede ser una excusa o un estímulo para la participación de toda la comunidad educativa, permitiendo una transformación de los vínculos e interacciones entre los diferentes agentes sociales que forman parte de la comunidad: niños y niñas, equipo docente, equipo directivo, personal no docente, AMPAS, Asociaciones de Vecinos, el barrio…

8. Fomentar las estructuras de coordinación para superar la atomización:  Resulta prioritario, para ello, fomentar las estructuras de coordinación locales y autonómicas entre los diferentes agentes implicados, a saber: la universidad, los centros educativos, el profesorado, los centros de educación ambiental, los formadores y formadoras agroambientales, las AMPAS, los ayuntamientos, el barrio… Una coordinación que permita superar la atomización de las diferentes iniciativas y establecer las bases para diseños curriculares agroecológicos diversos.

9. Necesario apoyo económico de administraciones públicas: Es casi imprescindible el apoyo económico (y su coordinación) de las instituciones públicas (Ayuntamientos, Comunidad y Ministerio) en el desarrollo de programas específicos de apoyo en los centros que tengan huertos escolares o aquellos que quieren implementarlos.

10. Formación permanente para el profesorado: Deben ponerse en marcha también programas de formación permanente para el profesorado, incluyendo incentivos que pongan en valor la iniciativa por parte del profesorado que lleve a cabo este tipo de proyectos. No podemos olvidar que poner en marcha un huerto implica tiempo de preparación y coordinación que se suma a la labor del equipo docente, y es necesario reconocerlo para motivar y reconocer la labor del profesorado.