Coincidiendo con el Día Mundial de la Educación Ambiental, que se celebra el 26 de enero, en Germinando hemos querido hacer una pequeña reflexión sobre la importancia de integrar la naturaleza en el espacio de aprendizaje, ya que permite a los/as más pequeños/as conocer y sentirse parte del mundo que les rodea a través de la experiencia, pudiendo además ser empleada como una herramienta didáctica mediante el uso de los materiales y recursos que nos ofrece.
Los espacios naturales dentro y fuera de las ciudades, presentan multitud de escenarios que ofrecen un contexto de aprendizaje idóneo y específico para cada etapa del desarrollo de la infancia, como pueden ser los huertos escolares. Todo ello permite a los niños y niñas la oportunidad de reestablecer vínculos con la naturaleza, contribuyendo a la generación de una relación empática, consciente y de respeto hacia el resto de especies y hacia el propio medio. Este proceso de revinculación se hace necesario e imprescindible para atender a los problemas que protagonizan la actual crisis ecosocial y sanitaria, pues un vínculo sólido y duradero con la naturaleza contribuirá a fomentar en la edad adulta actitudes proambientales que ayuden a generar modelos de vida a corto y medio plazo que resulten más sostenibles para nuestra salud y la salud del planeta.
Tal y como refleja el plan nacional de Educación Ambiental para la Sostenibilidad, la educación es uno de los mecanismos de transmisión de conocimientos y valores más determinantes en la generación de una cultura y sociedad, por lo que, atendiendo a las necesidades ambientales y sociales en las que nos encontramos actualmente, resulta necesario revisar de forma profunda la manera de entender y ejercer dicha labor. Uno de sus principales objetivos presentes en este plan es “promover la implicación de los diferentes sectores y agentes sociales en los procesos de cambio cultural -a través de la educación, comunicación, capacitación y participación ambiental- que implicará la transición ecológica y energética en la siguiente década.”
Sin embargo, para que esto pueda darse, resulta esencial reivindicar la presencia de los y las educadoras ambientales como personal formado que acompañe en este proceso de transición, no sólo a los y las más peques, sino también a toda la comunidad educativa (familias, profesorados, otro personal del centro). Solo así, los proyectos de centro incluirán dinámicas, recursos y estrategias encaminadas hacia modelos más sostenibles.
Nuestra experiencia nos ha ayudado a comprender que es esencial que la educación ambiental esté presente en todas las áreas educativas. De esta forma, tanto niños, niñas, como las personas adultas, tendrán la oportunidad de conocer los límites y las necesidades de nuestro propio planeta, yendo más allá del reciclaje. Hay que apostar por una educación ambiental a través del aprendizaje directo en el huerto y la ciencia.
Desde Germinando llevamos muchos años ofreciendo acompañamiento en torno al aprendizaje e intercambio de conocimientos y experiencias ligadas principalmente a la agroecología, en contacto directo con el medio ambiente, procurando la regeneración de los vínculos entre la ciudad y la naturaleza en diversos espacios y contextos, entre cuyos objetivos está fomentar una conciencia respetuosa y coherente con el medio y la gestión de los recursos que la naturaleza nos ofrece.