La toxicidad a la que estamos expuestos en los entornos urbanos es una realidad preocupante, pero, desde hace ya algunos años, diferentes organizaciones trabajamos por conseguir espacios más saludables para la vida humana, especialmente en las grandes ciudades. 

Es precisamente en torno a este tema sobre el que ha versado el coloquio Vivir sin tóxicos, renaturalizar las ciudades que se ha celebrado este jueves 28 de enero y en el que ha participado nuestra compañera Elena Erro. La coordinadora del área de Naturación Urbana en Germinando ha participado para poner en valor la importancia de incluir las plantas en los espacios interiores y de dedicar tiempo a estar en la naturaleza.

Los seres humanos, al menos en occidente, pasamos más del 90% de nuestras vidas en espacios cerrados. Es ahí, según la EPA (Environmental Protection Agency), donde las personas sufren el 72% de la exposición a químicos, por ello es crucial tener en cuenta la calidad del aire de los espacios donde solemos pasar nuestros días.  

Pero, ¿pueden entonces las plantas minimizar estos efectos perjudiciales? Elena insiste en que no es una respuesta simple. Es cierto que las plantas tienen la capacidad de adsorber partículas y gases contaminantes en la superficie de sus hojas y que algunos de estos gases son absorbidos a través de los estomas y son acumulados o trasformados en las plantas; y que producen más oxigeno que dióxido de carbono. 

Sin embargo, si solo tenemos en cuenta estos dos parámetro, podemos afirmar que abrir la ventana para ventilar tiene un mayor efecto de mejora de calidad del aire que el que pueden aportar las plantas. 

Sin embargo, si se habla de Compuestos orgánicos volátiles (VOC en sus siglas en inglés), sí se puede afirmar que las plantas en maceta tienen la capacidad de reducir su concentración. Bueno, para ser más precisos, no tanto por la planta en sí sino por los microorganismos que conviven en su rizosfera.

La rizosfera, que son los microorganismos que conviven con las plantas, tienen la capacidad de mejorar la calidad del aire interior. De manera que ahora podemos encontrar filtros vegetales que se basan en este principio y funcionan moviendo el aire a través del sustrato donde se encuentran las plantas 

 

LA NATURALEZA MEJORA NUESTRA SALUD PSÍQUICA Y EMOCIONAL

Más allá del hecho de que las plantas, por sus microorganismos, van a ayudar a limpiar el aire en espacios cerrados, el ser humano lleva décadas alejándose cada vez más de la naturaleza. El desarrollo industrial, el crecimiento de las ciudades, la tecnología… todo parece alejarnos de ella. 

No obstante, ya en 1960 surge la disciplina de Psicología Ambiental desde la cual los científicos comenzaron a cuestionar el vínculo entre el comportamiento humano y nuestros entornos naturales y construidos.

 En 1973, Erich Fromm menciona por primera vez el término Biofilia y posteriormente Edward O. Wilson establece en su libro Biophilia que la capacidad de maravillarnos por la vida que nos rodea es una tendencia innata, presente genéticamente en los seres humanos debido a que toda nuestra evolución ocurrió en medio -y gracias a- la naturaleza. 

En 2006, Groenewegwn, Agnes E. V. der Berg et Al denominaron Vitamina Green o vitamina G al efecto que producen los espacios verdes a nivel social, de salud y bienestar. 

Todos estos estudios coinciden en que los espacios verdes influyen para bien, y mucho, en la salud humana:

  • Reducen el estrés 
  • Mejoran el sistema cognitivo 
  • Moderan los efectos del autismo 
  • Combaten la hiperactividad 
  • Disminuyen el tiempo de convalecencia tras una enfermedad 
  • Mejoran la productividad 

Se ha demostrado que pasar cinco minutos en la naturaleza produce un impacto positivo en la salud mental. Es más, un encuentro visual con escenas naturales provoca un cambio automático hacia estados emocionales más positivos, aumenta la actividad parasimpática que induce la relajación (Gladwell et al., 2012) y bloquea las emociones y pensamientos negativos. 

Practicar jardinería, por ejemplo, ofrece efectos restauradores a corto plazo sobre el estado de ánimo y el cortisol en comparación con lo que puede proporcionar una buena lectura en un espacio interior (van den Berg & Custers, 2011). 

Tanto la jardinería como las terapias basadas en la naturaleza se han relacionado con una mejor salud y bienestar general entre los adultos.