’Semillas por el clima: Ciencia Ciudadana Escolar para la Adaptación al Cambio Climático’ ha plantado ya -y nunca mejor dicho- la semilla para un futuro mejor. Este proyecto, coordinado por Germinando y la Asociación La Troje y promovido por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, ha creado las bases y ha puesto en marcha un nuevo banco de semillas interescolar de Madrid. Los siete centros participantes cuentan ya con la estructura para producir y compartir semillas tradicionales de la zona entre ellos y con otros colegios que quieran sumarse.

Semillas por el clima es un proyecto dirigido a centros educativos de la sierra de Madrid para sensibilizar sobre el reto climático y su relación con la agrobiodiversidad. A través de su programa, que se inició en marzo de 2022, ha abordado los Retos País priorizados en la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030 como lo son el Reto País 2, ‘Hacer frente a la emergencia climática y ambiental’; el 8, ‘Revitalizar nuestro medio rural y afrontar el reto demográfico, con el desarrollo de acciones en favor de la mejora de la igualdad de oportunidades en materia educativa en el medio rural’ y el 3, ’Cerrar la brecha de la desigualdad de género y poner fin a la discriminación’.

Asimismo, este proyecto también favorece el cumplimiento de Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 como ‘poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible’ (ODS2), ‘garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos’ (ODS 4) y ‘adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos’ (ODS 13).

Un proyecto estructurado en torno al huerto

El proyecto se ha desarrollado en dos fases, teniendo en cuenta las necesidades del huerto y el calendario escolar, a través de talleres de ciencia ciudadana con el alumnado, puesta en marcha de espacios para la multiplicación de variedades tradicionales en sus huertos escolares, asesoría en el cultivo y la investigación participativa y actividades divulgativas en las que el alumnado presenta el proceso de investigación y las conclusiones a toda la comunidad escolar.

En una primera fase, el alumnado de 4º, 5º y 6º de primaria se convirtió en un equipo científico que investigó sobre la importancia de la biodiversidad de las plantas que crecen en el huerto y su papel protector contra el cambio climático. En esas primeras sesiones, aprendieron a cultivar las semillas tradicionales de su zona, cuyo desarrollo les ayudaría en esta investigación – tomando datos de la germinación y crecimiento, anotando la temperatura exterior…-.

Con este sencillo experimento, las niñas y los niños participantes han podido llegar a interesantes conclusiones sobre cómo la temperatura afecta a la germinación y el crecimiento, cuál es la temperatura mínima para que empiecen a germinar y cuál es la temperatura óptima para cada cultivo. También han surgido debates sobre qué pasaría si subiera mucho la temperatura o los cambios fueran más drásticos.

La segunda fase se inició tras el verano. En las sesiones de otoño, el aprendizaje a tenido dos aspectos como protagonistas, por un lado, la propia cosecha de las judías o guisantes plantados antes de verano y, por el otro, unos enriquecedores encuentros con personas mayores de sus pueblos, que les trasladaron mucha información sobre cómo eran antes las cosas.

Para estos encuentros, el alumnado, con todo el conocimiento adquirido, preparó preguntas sobre el huerto, el clima y costumbres de décadas atrás. Toda la información adquirida la han podido sumar a la información obtenida mediante experimentación antes del verano en el huerto.

Nace un nuevo banco de semillas

Cada uno de los centros participantes contó al inicio del proyecto con una selección de semillas tradicionales de su zona y fue con ellas con las que trabajaron. Posteriormente, tras la cosecha y el selección de las semillas obtenidas, cada colegio envió semillas a los otros centros participantes. De esa forma, todos tienen ya una decena de judías y guisantes autóctonos que podrán seguir cosechando en el futuro. Esto no solo permitirá seguir dando vida al huerto, sino que asegura que estas semillas no se pierdan.

Este nuevo banco de semillas se conectará con otras iniciativas similares a nivel estatal a través de la Red de Semillas Resembrando e Intercambiando.

Un aprendizaje para compartir

Durante el desarrollo de Semillas por el Clima se ha hecho especial énfasis en la formación y apoyo al profesorado participante y se ha elaborado una guía didáctica resumen del proyecto –puedes verla aquí- , lo que permitirá que este proyecto sea replicado en otros centros y territorios.

Asimismo, el alumnado de los siete centros participantes ha elaborado una completa presentación sobre los saberes adquiridos y todas las investigaciones realizadas para poder mostrárselo tanto a las familias como a la comunidad educativa de centros colindantes.

El huerto como recurso indispensable de aprendizaje

Cada vez son más los centros educativos en España que disponen de un huerto. Según el primer mapeo de huertos escolares a nivel nacional, existen, al menos 3.000 proyectos de huerto escolar en todo el territorio nacional, con un alcance potencial de más de 1.000.000 de alumnos/as y una tendencia creciente. Sin embargo, es necesario sistematizar la metodología del huerto escolar como herramienta educativa, así como expandir su potencial mediante la puesta en marcha de proyectos de ciencia ciudadana y redes de huertos escolares para intercambiar conocimientos y experiencias.

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